viernes, 10 de febrero de 2012

El no del no.


(Para explicar la resistencia y la negación que genera la mutación climática, en tanto cambio de paradigma).

Cuando Pasteur buscando la vacuna, logró aislar el virus de la rabia, la ciencia médica no pudo soportarlo. Las enfermedades se generaban por alteraciones de los "humores" entonces, en el siglo XIX europeo. Así luego de reirse de Pasteur, pero ya advertido que el conocimiento científico requiere someter las hipótesis a prueba-, el presidente de la Royal Medical Society  de Londres, hizo saber a Pasteur, que el mismo experimentaría con sus "animalillos invisibles", para probar que era un farsante y dejarlo en ridículo frente al mundo. 

Pasteur, le envió entonces un frasco, donde había una concentración de virus de la rabia mil veces mayor que la que requerida por un humano para contraer la enfermedad. Cuando la recibió, el médico, convencido de su posición, se tomó todo el frasco, en público, de un golpe... Y aunque estuvo tres días con fiebre, no contrajo la rabia y no se murió... Este caso de "sobrecarga", o relación de desequilibrio excesivo entre dos dimensiones, que en física es bien conocido como "efecto Leidenfrost", y que se demuestra experimentalmente cuando una placa de acero recalentada al rojo-blanco, recibe una gota de agua (la gota, al contrario de lo que uno supondría, se enquista y rebota, sin evaporarse), es lo que, a un nivel de representación mental, parece ocurrir con los policy-makers, -y los científicos- de nuestro medio, cuando se enfrentan a la mutación climática. 

No deja de ser notable, porque el peso de la evidencia es incontestable y no tiene que ver con la interpretación analítica -que si es dependiente de la ideología, cosmovisión o sistema de creencias que tenga el observador-, sino que con los mecanismos sensoriales, con la percepción, con el cuerpo... supongamos que las condiciones en que vive el observador, son protegidas y privilegiadas, que no siente los 42º, que había ayer en el centro, de Santiago al mediodía, porque en su oficina el aire acondicionado estaba en agradables 18º, y que tampoco se nota el calor de la tarde cuando vuelve a su casa, porque también su automóvil lo protege. Supongamos aún que es un profesional joven y que no guarda referencias de hace 30 años, cuando no existía "bloqueador solar" y las mujeres se embadurnaban la piel con coca-cola para tostarse... Así, no podrá recordar tampoco que la cordillera que rodea la ciudad tenía "nieves eternas", es decir, estaba nevada tanto en invierno como en verano. 

Que esa persona tenga responsabilidades públicas y se desempeñe en el aparato del Estado, haría algo más difícil de entender, que no considerara que el aumento de dos o tres grados de temperatura que estamos teniendo, incide directamente sobre la evapotranspiración y que ello sea la causa real de los incendios forestales, que ya han alcanzado el récord histórico de 72.000 hás. quemadas, este año en Chile. Tampoco debiera desconocer que la "isoterma cero", es decir, la línea de altura a partir de la cual se convierten en nieve las precipitaciones, ha subido ya de 1.500 metros y que en consecuencia la capacidad de riego de nuestra agricultura -independientemente de otras causas-, no será ya la misma en adelante y de ninguna manera para mejor.

Si no leemos información de otros países, no sabremos por ejemplo, que las temperaturas han alcanzado (de nuevo) récords de frío en Europa, con cientos de muertos -una cantidad que empieza a atentar contra el "primer lugar" de 14.000 muertos debidos a las altas temperaturas del verano recién pasado... Por razones de diverso tipo, se puede no haber revisado el sitio de la NASA dedicado a información sobre Cambio Climático y no saber así, que de los 11 años de mayores registros de temperatura que poseemos, 9 (¡...!) corresponden al último decenio... Pero ¿cómo explicar que no hayan visto como se les han quemado las hojas de las plantas o el césped de su jardín en estos días?, ¿como explicar que no sientan las señales simples de su piel, apenas expuesta al sol?

La evidencia es tanta, tan importante, sobre tantos registros y clama con tal urgencia de modificaciones profundas a todos los niveles, que se niega, con mayor vehemencia mientras mayor sea. La mutación climática, forma extrema de objetivación del Modo de Producción Capitalista (es decir, de las relaciones de producción, intercambio y consumo basadas sobre la propiedad privada y la división del trabajo, articuladas alrededor de la doble abstracción simbólica del dios único y la mercancía universal, el dinero, sin utilidad otra que el intercambio), tendencialmente dominante en los últimos quinientos años de la historia, produce un alejamiento del ser humano consigo mismo, del resto de sus congéneres y de la naturaleza. Nos quemamos, pero no vemos el fuego. Probablemente, tampoco sintamos dolor. Ni  por nosotros, ni por los demás.

Y podemos creer que la vida es eterna y que los recursos son infinitos. Que no es necesario establecer regulaciones que limiten el -más que discutible- beneficio de unos pocos, en desmedro de todos, que agua habrá por siempre, y que no importa que tenga precio, porque la divinidad favorece con dinero a quienes quiere. Aunque sean cada vez menos. Podemos ponerle precio al aire y a mirar la luna. Pero ello no tiene asidero ni sustentabilidad política, científica, ni económica, ni permite imaginar nada bueno para la vida de los seres que pueblan el planeta, que es el término con que se identifica ahora a la naturaleza tardía, en la era del capitalismo globalizado. 




Las reservas de agua dulce, siendo incógnita científica por que se encuentran en estado líquido, pese a las temperaturas bajo cero, equivalen al volumen aproximado  de 100 lagos Villarrica. 
Rusos llegan a lago de agua dulce, de hace 20 millones de años, ubicado a 4.000 mts. bajo la Antártica, con enormes reservas de agua, luego de perforar durante diez años. Lago Vostok, Antártica. (La 3ª, 09.02.12).