Anoche llovió mucho, tronó el
cielo y se remeció la tierra. No sé
cuanto habrá caído, pero imagino la sonrisa de los entretenedores del
espectáculo en la TV. De alguna manera
tendrán razón. No solo porque la lluvia libera energías y cuando pasa, el aire
es puro y nos sentimos contentos[1].
También porque en Santiago, la contaminación del aire ya empieza a hacerse
insoportable y las enfermedades respiratorias son la parte estadísticamente
visible de un sentimiento generalizado de opresión, malestar y tristeza. Y es que estamos en Abril en
Chile, bien avanzados en el otoño, en medio de una sequía que ya es desastrosa.
Sino también y sobre todo, porque los embalses vacíos, se habrán llenado de golpe.
Y ese es el punto que quiero establecer:
parecerá asegurado -por un rato-, el consumo energético y se podrá seguir
viendo la TV (que no menos era la fuente de trabajo del gracioso entretenedor),
la industria del consumo energético, que es la dimensión hegemónica en estos
tiempos del capital. No la única, sino la dominante y hegemónica además, porque
tiende hacia ser la única. En efecto, el consumo de energía –la energía-, ocupa
en la dimensión visible de la producción, el mismo rol unívoco del dinero, en
el ámbito del consumo y del monoteísmo en el de la creencia religiosa. Es –finalmente-,
lo único que importa, que domina al resto, que debe ser considerado. Es el patrón
único, universal e indiscutible del “progreso”.
Claro que seguramente la enorme
cantidad de lluvia caída de un golpe (y que no menos por ello, tenderá –en las
estadísticas anuales-, a equilibrar éste a un año “normal”), habrá provocado
salida de ríos, rebalse decanales, deslizamiento de tierras, anegamientos en
poblaciones, erosión, y otros “desastres naturales” (que en caso de haber
causado “pérdidas” -eufemismo de buen tono por muerte-, serán por cierto
relatados con caras compungidas y de profundo dolor por los entretenedores),
pero ellos habrán afectado casi siempre, a los sectores pobres y sin voz y no
tendrán entonces la importancia económica que tiene la “energía” y con algún
plan de emergencia, que llevará a cabo la municipalidad respectiva y que será
profusamente anunciada, se tranquilizarán adecuadamente las conciencias.
Un poco más de resonancia tendrán
los efectos de este nuevo patrón de precipitaciones extremas, en la
agricultura, dónde los grandes propietarios de la tierra y sus asociados si
tienen voces que en el poder, pero será inevitablemente menor, y cada vez
menor, frente al poder de la energía. Entropía, es palabra que contiene la de energía.
Por eso se acuñó por un físico alemán por ahí por 1827.
Es curioso, pareciera que este
nuevo patrón de precipitaciones nos deja tranquilos. Como si pudiéramos dejar
de comer un mes y luego, comernos una vaca entera… Así se siente también la tierra.
Mencionemos aún que igual, estas lluvias han caído en medio de altas temperaturas
(los truenos, rayos y relámpagos, son característicos de los regímenes tropicales
¿recuerdan?..) así que no habrá tampoco reservas de nieve para los períodos
cálidos, dónde si se necesitaría el deshielo para regar los campos. El
desequilibrio es ya irreversible. Pero seguimos igual. ¿Y que hacer, cher Lenin?
[1][1].
“No se podría entender el mundo, si la consciencia, el cuerpo al cual
esa consciencia pertenece y las cosas que el cuerpo y la conciencia perciben,
no fueran parte integrante de una sola y mismarealidad”. C.Levi-Strauss, Le
Regard Eloignè, p.163.